DIARIO DEL DON JUAN
15 de febrero de 1630:
En el día de hoy, me ha sorprendido una refinada señorita que debe ser la duquesa Isabela, no me imaginaba que pudiese haber alguna mujer tan bella como ella. Mi propósito a partir de ahora va a ser conquistarla, poder sentir que es mía aunque sea por un rato. Esta vez quiero conseguir mi propósito. Poco a poco lo lograré.
16 de febrero de 1630:
Me levante con muchas ganas, ahora es la razón por la que me levanto, mi propósito. La perseguí por el palacio hasta que se dio cuenta, en ese momento se giro y comenzamos a hablar, tras unos minutos hablando comencé a describirla de forma que se sintiese alagada y de esa manera callo rendida en mis brazos. Me acosté con ella, pero para mala suerte la mía me pillaron, escape como pude del castillo y me escondí en la casa de mi tía. Mañana tendré que huir de Nápoles si quiero seguir vivo. Cogeré el primer barco que salga del puerto.
17 de febrero de 1630:
El primer barco que salio del puerto de Nápoles iba en dirección a España, así que regrese allí. En el camino he visto una mujer que me ha llamado mucho la atención ¿Podré enamorarla durante estos días?
18 de febrero de 1630:
No dejo de encontrarme con esa mujer que tanto me gusta, el camino a España es muy largo y mi propósito es enamorar a esa mujer tan bonita. Le regalé una flor acompañada de una carta declarándola mi amor. Cuando leyó la carta se enamoro locamente de mi y vino a mi camarote a buscarme. Pasamos la noche juntos y prometí que seguiríamos juntos. Aunque pensándolo bien y sabiendo como soy dudo mucho que pueda seguir con ella, ya que me llaman la atención muchas otras mujeres.
19 de febrero de 1630:
Me despedí de aquella mujer, sabiendo que no la volvería a ver aunque ella tuviese esperanzas de que nos veríamos a menudo. Ya en España, mientras caminaba por la calle era incapaz de no mirar a todas las mujeres que pasaban. Va a ser duro vivir aquí con tantas mujeres bellas a mi alrededor. Espero que no sea muy difícil.
19 de febrero de 1630:
Me despedí de aquella mujer, sabiendo que no la volvería a ver aunque ella tuviese esperanzas de que nos veríamos a menudo. Ya en España, mientras caminaba por la calle era incapaz de no mirar a todas las mujeres que pasaban. Va a ser duro vivir aquí con tantas mujeres bellas a mi alrededor. Espero que no sea muy difícil.
Bien escrito a pesar de que repites constantemente la misma idea.
ResponderEliminarTen cuidado con algunos acentos